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Monumentánea
 

+ Andrés Hare

+ Adrián Leon Lostanau

+ Mijail Mitrovic

+ Nayo Aragón

+ Rodrigo de las Casas

 

Concurso Centro Abierto 2012
Propuesta

Lima, Perú. 2012

 

 

 

“Relataba yo a una señora los grandes merecimientos de un investigador cuyo valor creía yo injustamente desconocido por sus contemporáneos. “Pero ese hombre merece un monumento”, me replicó la señora. “Y es muy probable que alguna vez lo tenga –repuse yo-, pero, momentáneamente, su éxito es bien escaso.” “Monumento” y “momentáneo” son dos conceptos opuestos. Mi interlocutora los reunió en su respuesta, diciendo: “Entonces le desearemos un éxito monumentáneo”. (Sigmund Freud – El chiste y su relación con lo inconsciente 1966 : 20-21, Madrid, Alianza Editorial. Texto original: 1905)

 

Freud nos habló del término como de una contingencia en el diálogo, mas no se trataba de un concepto propiamente dicho, sino de dos conceptos opuestos que, unidos por la operación del chiste, formaban un nuevo significante capaz de generar afectos en el otro. Buscamos torcerlo hasta encontrarlo como una idea, ya no sólo como cierta forma específica de chiste.

 

Concédasenos mantener en suspenso el hablar de monumento algunas líneas más.

 

Actualmente, momentáneo no parece ser el adjetivo adecuado para caracterizar la circulación social de imágenes, experiencias y bienes. Por ello, reemplazamos el término por instantáneo, añadiendo el matiz que caracteriza a una cultura hegemonizada por lo visual y por su consumo.

 

Reemplazamos la o por una a: Instantánea –  dícese de la fotografía que elude el hecho oscuro del revelado.

 

Nuestra fórmula, pues, se compone de la siguiente forma:

 

Freud                         Monumento + Momentáneo = Monumentáneo

Torsión 1                   Monumento + Instantáneo = Monumentáneo

Torsión 2                   Monumento + Instantánea [Fotografía] = Monumentánea

 

 

Operación sobre el espacio

 

La operación propuesta surge de una constatación: la pileta que ocupa el centro de la Plaza de Armas no es, estrictamente, un monumento. Es decir, entre el San Martín de aquella otra plaza y la pileta hay una diferencia considerable. Diferencia de la que parte nuestra intervención.

 

Ocuparemos el centro de la plaza, desplazándolo hacia un margen del espacio. Intentando visibilizar el elemento constitutivo del paisaje, que desborda los límites de la plaza: el cerro San Cristóbal.


La pieza esta compuesta por dos torres de estructura metálica de treinta metros de altura sirven de soporte para un cerramiento en tela que genera un marco que intenta ocupar el nuevo centro de la plaza: el cerro.

 

El cerro entendido como una presencia inevitable, frente a la ausencia de la que la pileta es huella. Está forzada a cumplir una función que no le corresponde: viene siendo elevada a la dignidad del monumento sin serlo. Por ello, consideramos la arquitectura circundante a la plaza aquello que la gente, día a día, va a mirar. El cerro permanece oculto a pesar de su magnitud, siendo excluido de la representación turística de la visita a la Plaza de Armas.

 

Antes de la técnica, una idea donde encontramos consistencia para la propuesta.

 

 

Justificación

 

Derridá afirmó en 1966 que el centro de cualquier estructura estaba ausente. ¿Cómo? Aquello que la hace consistir es un elemento externo. Estructuralidad de la estructura, le llamó. En suma: una estructura necesita, para ser ella misma, un afuera. Nuestra propuesta busca revelar qué elemento ocupa la posición citada: el cerro como afuera de la plaza y, por extensión, del centro histórico.

 

Ese afuera que ex-siste a la plaza, que le es interno a pesar de la exclusión, es lo que a través de una veladura de palacio evidencia la presencia del cerro. Si convertimos el paisaje natural en un espacio para observar una escala previa al hecho de la plaza, el cerro quedaría elevado a la dignidad del monumento.

 

Sobre palacio, asumimos las controversias que una veladura podría suscitar, respondiendo que no se trata de un ocultamiento o negación.

 

Consideramos la veladura de palacio como una suspensión de la arquitectura del poder. Esto surge de una inquietud fundamental: ¿dónde reposa el poder constituyente en nuestra sociedad?

 

La intervención busca generar inestabilidades, dudas y críticas al statu quo. Difuminando las fronteras de la crítica al orden social y la reconfiguración del paisaje, la veladura trasciende el mero acto vandálico –que es una queja sin más, un cuestionamiento sin horizonte de respuesta- para trabajar a partir de la ambigüedad que genera la intervención. Se trata de oscilar entre una mirada crítica al espacio del poder y el instante de la fotografía turística.

 

 

 

Colectivo Fisura.

Karel van Oordt Montalvo

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